Desde la antigüedad, el hombre siempre ha querido conocer el futuro. El deseo de descubrir lo que nos depara el porvenir nos ha llevado a buscar en las estrellas, en las cartas de tarot, y en las profecías. En esta última, encontramos una gran diversidad de visiones acerca del fin del mundo, entre ellas la profecía de los mayas.
Para comprender la profecía de los mayas, es necesario conocer su civilización. Los mayas se establecieron en Mesoamérica, en México, Guatemala, Belice, Honduras, y El Salvador, y fueron uno de los pueblos más avanzados de su época.
Los mayas destacaron en varias áreas del conocimiento, tales como la arquitectura, la astronomía, la matemática y la escritura. Es en esta última donde encontramos las profecías que ellos dejaron escritas en sus libros sagrados, los cuales se conservaron a pesar del saqueo y de la destrucción de su cultura por parte de los conquistadores españoles.
La profecía de los mayas sobre el fin del mundo se basa en su concepto del tiempo. Para los mayas, el tiempo no era lineal, sino cíclico, y se dividía en eras. Cada era duraba 5.125 años, y era llamada "Bak'tun".
Según los mayas, la actual era, o Bak'tun, comenzó en el año 3114 a.C., y culminará el 21 de diciembre de 2012, fecha en la que se producirá una serie de eventos cósmicos que marcarán el fin del mundo tal como lo conocemos.
Los mayas dejaron escrito que en el 21 de diciembre de 2012, se producirá un alineamiento planetario que generará una gran cantidad de energía. Esta energía, según ellos, tendrá una influencia determinante en la Tierra, y será la responsable de varios cambios catastróficos.
Entre los presuntos cambios se encuentra el llamado "cambio de polaridad", que implica una inversión en el campo magnético de la Tierra. Esta hipótesis ha sido desmentida por la comunidad científica, ya que un cambio de polaridad tardaría miles de años en producirse, y no horas como dicen los seguidores de la profecía.
Otro de los presuntos cambios es la colisión de un asteroide con la Tierra. Aunque es cierto que hay asteroides que orbitan cerca de nuestro planeta, las posibilidades de que uno choque con nosotros son muy bajas.
Finalmente, hay quienes sostienen que el 21 de diciembre de 2012 marcará el comienzo de una nueva era, de un "cambio de conciencia", en donde la humanidad evolucionará a un nuevo nivel de consciencia, impregnado de amor y paz.
La ciencia no respalda la profecía de los mayas sobre el fin del mundo. No existe evidencia científica que avale los presuntos cambios catastróficos que se supone ocurrirán en el 21 de diciembre de 2012.
Además, no existe ningún registro histórico que indique que los mayas predijeron el fin del mundo en dicha fecha. Son falsas las afirmaciones que aseguran que los mayas vaticinaron la llegada de un asteroide o el cambio de polaridad en el campo magnético de la Tierra.
La profecía maya del fin del mundo ha sido interpretada de diversas formas.
Para algunos, la fecha del 21 de diciembre de 2012 no significa el fin del mundo, sino el fin de una era, de una etapa en la que la humanidad se ha alejado de los valores espirituales para dar paso a una nueva era de armonía y conciencia, en la que la humanidad será más consciente de su interconexión con la naturaleza y con todo lo que existe en el universo.
Otro de los puntos de vista, es que la profecía maya representa una llamada de atención, una advertencia acerca de los peligros a los que se enfrenta nuestro planeta, y cómo es necesaria una mayor conciencia y compromiso por parte de la humanidad para detener el cambio climático, la deforestación, la contaminación y otras formas de impacto ambiental.
En resumen, la profecía de los mayas sobre el fin del mundo es un tema polémico que ha generado muchas interpretaciones y reacciones. No obstante, la evidencia científica descarta cualquier posibilidad de un cambio catastrófico en la Tierra en el 21 de diciembre de 2012. Aunque el fin del mundo pueda ser un tema inquietante, lo más importante es atender a la advertencia que nos deja esta profecía, para que cada uno de nosotros desde nuestra cotidianidad, podamos reducir el impacto negativo que ejercemos sobre nuestro planeta y promover su conservación ecológica a través de la educación y de acciones efectivas.